El historiador tucumano Julio P. Ávila (1864-1932), autor de "La ciudad arribeña", fue subsecretario de Gobierno durante las administraciones sucesivas de Benjamín Aráoz, de Lucas Córdoba y de Próspero Mena. Muchos años después, publicó en LA GACETA un anecdotario de don Lucas, del cual extraemos lo que sigue.
Como es sabido, por gestión del gobernador anterior, Benjamín Aráoz, el Gobierno Nacional había autorizado a Tucumán a contraer un empréstito de 1 millón de pesos en títulos de la deuda interna. La entonces enorme suma estaba destinada a costear un adelanto fundamental: nada menos que la construcción de las tomas, depósitos y red de agua corriente para la ciudad. Hasta entonces, el agua de bebida se extraía de pozos y de aljibes.
En su relato de testigo, cuenta Ávila que la Nación entregó el millón de pesos, y el gobernador Lucas Córdoba lo puso en manos de la casa porteña Santiago y Vicente Gallo (ambos tucumanos), "para su venta en la Bolsa, mientras la Legislatura, por ley del 16 de diciembre de 1895, autorizaba la contratación de las obras".
Agregaba Ávila: "Recuerdo aquí con emoción que, cuando se pidió a la Casa Gallo su cuenta de comisión de venta -la que al tipo corriente no bajaría de cincuenta mil pesos- contestó: 'La casa Vicente y Santiago Gallo jamás cobrará comisión a la Provincia de Tucumán".
Consideraba que, además, "hay que saber que cuando los títulos no se podían vender y el Gobierno precisaba fondos para proseguir las obras, la Casa Gallo decía siempre: 'A disposición de ese Gobierno, cien mil pesos. Gire".